Si masticar lentamente ayuda a perder peso, los alimentos que no requieren una masticación particularmente larga, contribuirían a hacernos engordar. Un reciente estudio holandés ha tratado de examinar la correlación entre la forma de la comida, la cantidad de calorías que aportan y el tiempo que lleva masticarlas.
Masticando mucho y lentamente, se tiende a ingerir una cantidad menor de alimentos. Los jugos gástricos tienen el tiempo necesario para desarrollarse y la digestión será mejor. Los alimento blandos, especialmente los purés de verduras y los tomates pelados, se ingerirían, en opinión de los expertos, mucho más rápido que la comida sólida, y casi sin masticar.
Los alimentos sólidos y masticados lentamente, contribuyen a aumentar la sensación de saciedad y reducir la cantidad de calorías ingeridas con los alimentos.
Lo que llamó de una manera particular la atención de los investigadores es la alta tasa de ingesta por minuto de los alimentos blandos en comparación con los más sólidos. Para el apetito, por lo tanto, sería menos saciante una porción de puré, masticado unas pocas veces, que una porción equivalente de patatas, que requiere muchas más masticaciones antes de ser tragadas.
Entre los alimentos sólidos suministrados a los voluntarios había, entre otros, zanahorias, brócoli, patatas cocidas, queso de soja, lasaña, pizza y bocadillos, por un total de 35 alimentos diferentes, donde se evaluó, para cada uno de ellos, el número de mordiscos necesarios y masticaciones por minuto, además de la duración total de la masticación.
A los voluntarios se les administró también alimentos blandos como purés y sopas de verduras, para evaluar su sensación de saciedad. Tales alimentos se consumieron más rápidamente que los alimentos sólidos, por un total de alrededor de 10 gramos de alimento consumido más por minuto.
Masticar lentamente, por lo tanto, sigue siendo la regla de oro para fomentar una sensación de saciedad y reducir la cantidad de alimentos y calorías introducidas a través de las comidas.
